Música

HITS musicales de antes de 1960 que continúan siéndolo incluso hoy

Florilegio de asombros musicales

Hasta donde sabemos y nos gusta, deliciosa recopilación de HITS extraídos de la historia de la música, desde la Edad Media, el Renacimiento, el Barroco, el Clasicismo y el Romanticismo hasta más de la mitad del siglo XX, que incluye grandes obras maestras operísticas, jazz, folklore, zarzuelas, ballets, himnos, villancicos, valses, canciones mainstream, bandas sonoras originales, arreglos fabulosos… En otras palabras, HITS musicales mucho más allá de la música “clásica”. Por dos motivos:

1) para ampliar nuestros horizontes musicales;

2) para aprender algo de paso.

¡Ojalá la disfrutéis!

MUSICAL HITS | VIDEO EXCERPTS (1/12)

‒ Ante todo, es un cuento bailado, gracias al cual el novel Igor Stravinski pasó de ser un desconocido a un compositor imprescindible.

‒ Los más de 40 minutos del ballet fueron “comprimidos” en apenas 9 para la película de Fantasía 2000, de Walt Disney Productions. Antes, el mismo Stravinsky había hecho ¡hasta 3 suites para orquesta sola distintas! (Otros tantos arreglos seguían su curso, como el que aparece en la película de The Conductor (2018), en el apogeo liberatorio de la protagonista, la primera mujer que dirigió exitosamente una orquesta).

‒ El «pájaro de fuego» representa al ave fénix: un símbolo de regeneración, un emblema de novedad. Así lo fue el ballet para la historia de la música occidental. De ahí la idea de muerte y resurrección/renacimiento que magníficamente ambientan los creadores de Fantasía.

‒ Entre los innumerables mitos que rodean a Mozart, destaca aquél que refiere a la Muerte misma visitándolo para solicitarle que escriba su propio Réquiem. (En realidad, fue el conde Franz von Walsegg).

‒ El «Lacrimosa» es la parte final de la Sequentia «Dies Irae», por lo que es comúnmente usado en las misas de difuntos, como en las de Berlioz, Verdi, Dvořák, Ligeti, Webber…

‒ Muchos músicos se han inspirado en el de Mozart, incorporándolo a sus canciones. Por ejemplo, Evanescence en «Lacrymosa», de su álbum The Open Door (2006).

‒ Inspira su título y su atmósfera en el homónimo poema del simbolista poeta francés Paul VERLAINE.

‒ Debussy intentó que los cuatro números de esta suite, inclusive «IV. Claro de Luna», no vieran la luz, pues creía que esta obra no estaba la altura de sus composiciones más recientes.

‒ Ha sido la banda sonora de multitud de obras y eventos artísticos y no artísticos, inclusive películas, como la de Ocean’s Eleven (2001). Fue incluso una escena eliminada de la película de Fantasía (1940), de Walt Disney Productions.

‒ Pocos «ostinatos» se han hecho con tanta maestría como éste. Tan popular fue que cuatro años después de su estreno estaba disponible en no menos de seis arreglos publicados para tocar en casa o en reuniones sociales, entre ellos, para noneto de viento, quinteto de cuerda, trío con piano y piano a cuatro manos.

‒ Beethoven presentó esta sinfonía en un concierto junto a su marcial La batalla de Wellington, obra menor de su repertorio que calificaría posteriormente, y sin ningún tapujo, de «estupidez». A pesar de su “mediocridad”, La batalla de Wellington fue una de las piezas más célebres del compositor en vida.

‒ Beethoven consideraba que esta séptima sinfonía suya era uno de sus mejores trabajos. Pero para Richard WAGNER era la apoteosis de la danza. «Cada vez que se interpreta», decía, «la abuela, el ciego y el cojo, y hasta los niños de cuna se ponen a bailar». De hecho, WAGNER, acompañado de su colega y suegro Franz LISZT al piano, la bailó una vez, deseoso de probar que así era.

‒ Si bien fue «el rey del swing», Louis PRIMA, quien compuso este tema, sería la versión del mejor clarinetista del jazz clásico americano, Benny GOODMAN, junto a su banda, la que lo viralizaría.

‒ Cuando el tema fue importado a la banda, iba a ser cantado originalmente por Helen Ward. Sin embargo, los talentosos instrumentistas del grupo lo transformaban una y otra vez en sus actuaciones, añadiendo nuevos pasajes y citas de otras canciones, hasta el punto de que el día de la grabación, Gene Krupa, el batería, se negó a interrumpir su característico motivo al final del tercer estribillo, a lo que se sumó improvisando Goodman con su clarinete. El resultado: ¡una versión de casi nueve minutos que ocuparía las dos caras de un disco de 12 pulgadas!, en lugar de tres minutos, una sola cara y diez pulgadas de disco, como era lo habitual.

‒ Entre otras intervenciones en la televisión y el cine, «Sing, sing, sing» fue la canción escogida para promocionar el tráiler de la película muda y ganadora de 5 óscares The Artist (2011).

‒ Si hay una obra inseparable del órgano es ésta, por lo que no es un error tan inusual asociarla a los octópodos dedos del pirata David Jones.

‒ ¡La obra se conservó en un solo manuscrito hasta que Felix MENDELSSOHN la sacó del anonimato a principios del siglo XIX!

‒ Además de en Fantasia (1940), o en los créditos iniciales de Dr. Jekyll and Mr. Hyde (1931), donde mejor aparece caracterizada es en el Nautilus del largometraje 20,000 leguas de viaje submarino (1954), concretamente, en las manos del Capitán Nemo (James Mason).

‒ «¡Que nadie duerma!». Los heraldos de la princesa Turandot, quien no considera a ningún hombre digno de ella, esparcen el decreto por todo Pekín: hasta que se averigüe el nombre del extranjero misterioso nadie podrá dormir esa noche. Mientras tanto, Calàf, su pretendiente, contempla las estrellas esperando, impaciente, el amanecer, aunque confiado en su victoria. A fin de cuentas, sólo la noche le separa de ser su esposo y terminar así con su homicida misandria. No obstante, si la princesa adivina su nombre, él fracasará aspirando a su mano, y peor: morirá.

‒ El clímax de esta ópera tiene lugar inmediatamente después, cuando los guardias detienen a Liú, esclava de Calàf, su señor, y la torturan con el fin de sonsacarle su nombre, para cumplir así la voluntad de su princesa. Pero antes de que Liú diga cómo se llama Calàf, en un arrebato heroico y conmovedor, silencia tanto su traición como su amor inconfeso, suicidándose.

‒ «Nessun Dorma» se internacionalizó aún más como aria después de que Pavarotti la cantase en el mundial de fútbol de Italia, en 1990.

Las cuatro estaciones es un grupo de cuatro conciertos para violín y orquesta, cada uno dedicado a una estación del año (en este caso, a la primavera).

‒ ¡Posiblemente sea la primera obra programática de la historia de la música! Vivaldi publicó los conciertos con unos poemas (sonetos), ¿quizás escritos por él?, que describían qué quería representar en relación a cada una de las estaciones, traduciendo así la poesía en música, y cada verso, en compases.

‒ Por ejemplo, en el concierto de «La Primavera», el primer movimiento describe una lluvia repentina, mientras que en el segundo, cuando las ovejas duermen, la sección de viola subraya, en un ostinato forte, cómo el perro ladra. De la misma manera se evocan otros acontecimientos naturales.

Peer Gynt no fue ni más ni menos que música incidental para el drama del renombrado escritor noruego Henrik IBSEN (el de Casa de muñecas). En la escena que nos compete, Peer intenta salir a hurtadillas del castillo del Rey Duende de la montaña, después de haber negado a casarse con su hija e insultarla. Los troles del rey, y hasta el mismo monarca, le persiguen, por lo que la sigilosa huida pronto se vuelve apresurada y estrepitosa.

‒ Tanto la novela Big Fish: A Novel of Mythic Proportions (1998) de Daniel Wallace como su adaptación cinematográfica Big Fish (2003) de Tim BURTON están inspiradas en la obra de Ibsen y Grieg.

‒ «In the Hall of the Mountain King» ha sido utilizada recurrentemente en medios audiovisuales. Una de sus más significativas utilizaciones ha sido la del ilustrador y animador Steve Cuts en «Man», el satírico y perturbador cortometraje sobre nuestra humana y destructiva relación con nuestro planeta.

‒ Erróneamente se cree que Schubert escribió este Lied para musicalizar la oración tradicional católica del Ave María, tal y como hizo posteriormente Gounod. ¡Y no!

‒  El texto del poema es una traslación del poema épico de Sir Walter Scott, «La Mujer del Lago». Por las resonancias de algunos de sus versos y del estribillo, se ha asumido como tal, pero la incrustación del texto latino en sustitución del original es una impostura que la prosodia de la melodía debiera desenmascarar. Qué lejos estaba el Lied de Schubert de servir propósitos litúrgicos. Aun así, poco debiera sorprendernos por qué ha encontrado tanta aceptación y popularidad en la versión latina catolicalizada. ¡La obra es de una belleza musical extraordinaria!

‒ La lista de películas que la han utilizado es interminable, pero ninguna la ha recreado como Fantasía (1940), de Walt Disney Productions. Lo más llamativo es que aparece inmediatamente a continuación de un escalofriante aquelarre, una desenfrenada orgía de espíritus al son de «Noche en el Monte Pelado», de MUSSORGSKY.

El cascanueces y el rey de los ratones será uno de los cuentos escritos por E.T.A. Hoffman que más se llevarían a los escenarios y a la gran pantalla, como lo demuestra este ballet.

‒ ¡Esta pieza tiene uno de los solos de arpa (la cadenza introductoria) más estimados de la historia de la música!

‒ Aunque el título del «Rey del Vals» lo haya lucido siempre Johan Strauss II (hijo), Tchaikovsky es un encomiable rival. El vals de las flores saca a flote el estilo desenfadado y alegre característico de la música más juguetona de Tchaikovsky. No en balde el compositor opinaba que «¡Es asombrosamente divertido escribir una marcha para soldaditos de plomo y un vals para flores!».

‒ Dallapiccola fue el primer compositor italiano, a finales de los 1930, en abrazar la dodecafonía. Aun así, sorprende que una música tan enigmáticamente sugestiva como ésta esté escrita según la técnica serialista; eso sí, serialismo tratado con libertad, no integral, sin la rigurosa inflexibilidad del de Boulez o Babbitt.

‒ Por más que nos sorprenda, el título de esta obra tiene reminiscencias mozartianas (Pequeña Serenata Nocturna). Pero la música está inspirada, no en ésa, sino en la sensación de vacío y soledad del poema «Noche de verano», de Antonio Machado. 

‒ Tanto el motivo principal como la llamativa atmósfera de «Piccola Musica Notturna» podemos encontrarlos en la banda sonora original de Harry Potter y la Piedra Filosofal (2001), de John Williams, concretamente en «The face of Voldemort», durante el inevitable encuentro entre El Niño que Sobrevivió y el Profesor Quirrell. Si es intencionada o no esta coincidencia sólo John Williams lo sabe.

‒ A pesar de su nombre, la obra no tiene ninguna relación ni con la tradición musical del norte de España ni con Asturias. De hecho, está bastante más próxima al flamenco andaluz.

‒ Aunque la versión de Andrés Segovia la consagró como una de las obras guitarrísticas por excelencia, es un arreglo el suyo, una transcripción, ya que «Asturias»… ¡fue escrita originalmente para piano!, en la tonalidad de Sol menor, y no en el Mi menor que tan bien le sienta a la guitarra española. Por más que sea una cuestión de gustos, nadie duda que a la guitarra le va como anillo al dedo.

‒ Ha aparecido, de forma más o menos explícita, en otras tantas obras y canciones, como la de «Spanish Caravan», en el álbum Waiting for the sun (1968) de la banda de rock estadounidense The Doors.

‒ Cada movimiento de la suite «Los Planetas» lleva el nombre de un planeta del Sistema Solar y su supuesto carácter astrológico, no astronómico, pues Holst pretendía transmitir las diferentes “personalidades” de cada uno de ellos, así como las ideas y emociones asociadas a la influencia planetaria sobre la psique, más allá de su asociación con las deidades romanas. Por ejemplo, que Marte fuera el portador de la guerra, de la violencia, de la pasión, de la valentía, de la virilidad masculina, de acuerdo con la tradición mitológica romana, le interesaba menos antropológica que psicológicamente.

‒ Dado que «Marte, portador de la guerra» empezó a ser compuesta por Holst poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, ha habido quien no ha podido resistirse a interpretarla como una crítica musical y premonitoria respecto a la conflagración que iba a sacudir el mundo.  

‒ En cierto modo, muchos de los compositores de bandas sonoras de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI son deudores de la influencia armónica, tímbrica y dinámica de Los Planetas, de Holst. Un caso paradigmático es el de John Williams, claro heredero del compositor británico, como demostró reiteradamente en, ni más ni menos, la banda sonora de Star Wars, infestada con citas y reminiscencias de Los Planetas y, sobre todo, de «Marte, portador de la guerra».

‒ Fue tan desastroso el estreno del concierto y, sobre todo, la interpretación del profesor del violín del conservatorio a quien (a falta de otros) se le asignó, que Sibelius no sólo no permitió su publicación, sino que tuvo que realizar varias revisiones y cambios hasta terminar de pulirlo del todo, técnica y estructuralmente.

‒ En un primer momento estuvo dedicado a la violinista Willy Burmester, pero, entre unas cosas y otras, jamás pudo interpretarlo. Tal fue su enfado, al sentirse traicionada por no ser ella quien lo debutara ante el gran público, que Sibelius corrigió la dedicatoria, rededicándoselo al niño prodigio húngaro Ferenc von Vecsey,​ quien con 13 años de edad lo exhibía en los escenarios.

‒ El concierto arranca con uno de los comienzos más cautivadores, hermosos y conmovedores del repertorio de la música “clásica”. Pero también es extraordinario el tema principal del tercer movimiento, tan «gitano», tan «danzable», caracterizado, con cariño, por Sir Donald Tovey como una «polonesa para osos polares».

‒ Este preludio ha llevado en ocasiones el sobrenombre de «Asfixia» o «Sofoco», y se compone de un intraducible (¿e inanalizable?) recorrido armónico, difícil de comprender desde la tonalidad, con acordes que se precipitan al abismo, como si personaran el doloroso descenso cromático del Calvario.

‒ Pese a lo subjetivo de su carácter «triste», familiares y allegados lo encontraron idóneo para ser interpretado durante su funeral, como Chopin mismo dejó escrito en su testamento.  

‒ El preludio está inmortalizado en una escena de gran lirismo sexual de la película de El diario de Noa (2004), la que protagoniza el amor imposible de Allie Hamilton (Rachel McAdams) y Noah Calhoun (Ryan Gosling) en la casa abandonada que un día transformarán en su hogar de ensueño.

‒ «Kyrie eléison» (Señor, ten piedad) es una aclamación laudatoria de remoto origen pero utilizada con frecuencia al inicio de la liturgia eucarística latina. Asimismo, es uno de los cantos más antiguos del canto gregoriano, y su texto ha sido musicalizado, como pieza dependiente o no del rito cristiano de la misa, por innúmeros compositores, como Palestrina, Haydn, Beethoven, Bruckner o Ariel Ramírez, entre otros.

‒ El de Franz Martin es una composición coral a capella (sin acompañamiento), para doble coro, que, pese a estar prácticamente terminada en 1922, el compositor no permitió que se interpretara ¡hasta 1963! «La consideré un asunto entre Dios y yo», explicaba el día de su estreno. «La expresión personal de tus creencias religiosas debería permanecer oculta y confidencial respecto a la opinión pública». Afortunadamente, Franz Martin, aunque escrupulosa y comprensiblemente religioso (era el hijo de un pastor calvinista), cambió de idea.  

‒ Su estilo musical, tan inequívoco y personal, se basa en una pluralidad de influencias (música renacentista, impresionismo francés, tonalidad ampliada, dodecafonismo schönbergiano…), pero siempre, por encima de todas, la de Bach.

‒ Al hablar de Guillermo Tell, todos pensamos en el padre que con una flecha de su ballesta atraviesa la manzana colocada encima de la cabeza de su hijo. Pues fue la última de las 39 óperas de Rossini, tras lo cual prácticamente se retiró del panorama musical… ¡a los 40 años! Y eso que vivió hasta los 76. ¿Por qué? Principalmente, porque pudo. Pero posiblemente también (y esto es pura especulación) por la placentera y próspera vida con la que se premia el éxito.

‒ Aunque no hay caballos o carga de caballería alguna en la ópera, ¿quién no ha asociado el final de la «Overtura»  (conocido como «Marcha de los soldados suizos») a carreras de caballos, a jinetes cabalgando, a caballos al galope? La culpa de ello la tiene la cultura popular, y quizá más que nadie El Llanero Solitario, el exitoso programa de radio que protagonizó en los años 30 ese ranger de Texas enmascarado del viejo oeste de los Estados Unidos.

‒ Además de la marcha final, no es menos representativa del estilo de Rossini la magnífica sección intermedia de «La tormenta», tan dinámica, tan explosiva. ¡Incluso el comienzo es una genialidad compositiva: cinco violoncelos solistas!

‒ El compositor francés fue un niño prodigio, un niño que memorizó las 32 sonatas para piano de Beethoven, ofreciéndose a tocar la que el público quisiese en los recitales que protagonizaba cuando apenas tenía 10 años de edad.

‒ Pero esta obra no está compuesta para exhibirse él, sino que está hecha a la medida del talento del virtuosísimo y por entonces joven violinista español Pablo de Sarasate.

‒ «Introducción y Rondó Caprichoso» también es una joya evidenciadora de su orfebrería instrumental, un despliegue erudito pero práctico de las posibilidades técnicas y compositivas del violín, al que Saint-Säens trata como un verdadero artesano musical, sometiéndolo a la autoridad de un conocimiento magistral de la familia de las cuerdas.

‒ Contrariamente a la opinión de la mayoría, ¡esta obra no es de Tomaso Albinoni!

‒ Remo Giazotto, como musicólogo que era, aclimató su obra a la estética, al estilo, a las composiciones del maestro italiano, a quien tanto había estudiado, basándose (supuestamente) en unos fragmentos encontrados y atribuibles al mismo Albinoni. De ahí que armónica, melódica, estructural y tímbricamente nos resulte tan barroco y albinoniano su «adagio».       

‒ Además de por películas, es muy significativo cómo ha sido versionada y manoseada esta obra (sobre todo, su melodía principal) por cantantes de todo el mundo, enmascarada tras las variopintas letras de canciones de Dyango, Camilo Sesto, Annie Haslam, Ricardo Montaner, Sarah Brightman, Rosa López…

‒ Habiéndolo llamado así, y popularizándose de esa forma, ¡cómo no va a gestarse cierto culto y mito en relación a la ciudad madrileña Aranjuez! ¡Ya quisieran tantas otras ciudades ser turisteadas por razones musicales!

‒ Pero la fama y la leyenda han encapotado la verdadera historia y el verdadero origen de este admirable concierto para guitarra y orquesta. Lo que es evidente: hoy es inseparable del siglo XVI, de la residencia primaveral de los Austrias y de las cromáticas y aromáticas maravillas de sus jardines. O lo que es lo mismo, hoy sigue siendo una obra anacrónica, que nos transporta a otro tiempo, a otro lugar. ¡Hasta la música está deliciosamente desfasada respecto a las vanguardistas y experimentales contribuciones de sus contemporáneos! No olvidemos que se estrenó apenas terminada la Guerra Civil española.

‒ Aun siendo éste el primer movimiento del concierto, fue el último que compuso y, sin duda, el más alegre, festivo y danzable. Es sumamente “español” (si es que algo puede serlo), no sólo por sus giros melódicos y sus armonías, sino, sobre todo, por su característico ritmo, identificado con las peteneras (amalgama de compases de 6/8 y 3/4).

Carmina Burana es una peculiar cantata. Parte de unos textos latinos descubiertos en la Alemania decimonónica y datados en los siglos XII y XIII (Baja Edad Media), cuya autoría se ha atribuido a los goliardos, esos clérigos complacidos en cantar su amor al vino y la comida, a las mujeres y a la vida, con ánimo de satirizar la rígida moral que imponía la religión.

‒ El «O Fortuna» es una oda a la suerte, tan contraria a los deseos personales, tan cambiante, tan codiciada, que unas pocas veces nos favorece y otras muchas nos tortura, monstruosamente, con altibajos y sinsabores. El texto del poema asemeja la fortuna a una rueda, una rueda que gira y gira y gira para, tarde o temprano, aplastarnos sin clemencia. De ahí que sea el primer y el último de los 25 movimientos que componen la cantata.

‒ La influencia y trascendencia de su música no es parangonable, y menos en el género de la música épica. Hemos caído irremediablemente ante su hechizo y la hemos vinculado, en términos sublimes, a lo bélico, a lo trágico, a lo apoteósico. Muchas son las bandas sonoras que rinden pleitesía al «O Fortuna», desde Star Wars a El Señor de los Anillos. Algunas lo han trasladado literal e íntegramente, como el filme de Excalibur (1981).

‒ Ante título tan sabroso, evocador y poético, Ravel nos desmiente su significación con estas palabras: «cuando junté las palabras que conforman este título, lo único que tuve en mente era el placer de la aliteración».

‒ Aparte, añadiría que «más que un fúnebre lamento por una niña muerta, es una evocación de la pavana que pudo haber bailado una princesita como la que pintó Velázquez». Así se sumaba al nostálgico entusiasmo por la atmósfera y sensibilidad española del Siglo de Oro, tan de moda entre sus contemporáneos, glorificando el ¿exotismo? del pasado reciente español.

‒ El mismo Ravel, con su exquisito refinamiento orquestador, la trasvasó del piano al titán musical por excelencia. Esa versión orquestal fue utilizada, por ejemplo, en el largometraje merecidamente premiado de Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia), 2014.

‒ Sin duda, este «Allegro» puede alardear de tener las cuatro notas más famosas y reconocibles de la historia de la música (y eso que las tres primeras son idénticas). Si Beethoven siguiese vivo, además de entrar en el Guinness World Records por su bicentenaria longevidad, se habría hecho de oro a base de royalties.

‒ Esta obra se conoce con el ambiguo y plurinterpretable sobrenombre de «Sinfonía del destino» porque a Beethoven se le ocurrió describir ese motivo como «Así llama el destino a la puerta». Su reiterada aparición a lo largo de los cuatro movimientos implica que, en mayor o menor medida, ¡dicho motivo es el germen de toda la sinfonía!

‒ Entre los usos de este movimiento en la cultura musical y audiovisual, es especialmente lograda la recreación de la película de Fantasía (2000), de Walt Disney Productions.

‒ Es un canto responsorial que forma parte de los maitines de Navidad. Más allá de su versión gregoriana, muchos compositores han trabajado sobre el texto, adaptándolo y modernizándolo, como éste de Tomás Luis de Victoria.

‒ Nuestro compositor fue el más famoso y reconocido creador musical del Renacimiento español. Era amigo hasta de los hijos de Palestrina (el estandarte de la música sacra europea en la segunda mitad del siglo XVI).

‒ ¡Victoria sólo compuso música religiosa! Música impresa en unas ediciones tan lujosas (nunca le faltaron mecenas) que era la envidia de sus colegas de profesión.

‒ En esta escena, se reúnen las Valquirias, hijas de Wotan (Odín), en la cima de una montaña, recogiendo a los héroes muertos para conducirlos al Valhalla, hogar de los dioses. Brünnhilde, la Valquiria favorita de su padre, cuando aparece, lleva a… ¡una mujer… viva… y encima embarazada! Y no a un guerrero caído en batalla.

‒ Desafiando las órdenes de su padre, decidirá protegerla, y al hijo de sus entrañas también. Pero, como castigo, Wotan la despojará de su inmortalidad y de su estatuto de Valquiria, sumiéndola en un sueño que sólo el héroe más valiente podrá quebrantar.

‒ Muchas son las películas que no se han podido resistir a utilizar esta cabalgata wagneriana, pero ninguna lo ha hecho con la trascendencia y criticismo de Apocalypse Now (1979).

‒ Eric Satie era un tipo de otro mundo, un precursor de la revolución musical impresionista, pero también de las minimalista y vanguardista posteriores. Tan peculiar era que fundó su propia iglesia, la Iglesia Metropolitana de Arte de Jesús el Director, una secta ocultista de la que, hasta el día de hoy, él es el único miembro.

‒ «Gnossienne» era una palabra que no existía antes de que Satie la utilizase como título de ésta y otras piezas suyas. Para comprenderla, algunos se remontan etimológicamente a «gnosis» (‘conocimiento’, propio del gnosticismo); otros, a Knosos (el palacio cretense vinculado al mito de Teseo, Ariadna y el minotauro). Pero posiblemente nada tenga que ver y sea otra de las extravagancias lúdicas del pianista de cabarets francés.

‒ Esta «Gnossienne No. 1» ha tenido multitud de apariciones y usos en el mundo del cine y la televisión. Una bastante reciente puede ser la del episodio 2 de la serie Queen’s Gambit (2020), donde es interpretada por la madre de Beth mientras mantienen ambas una conversación.

‒ Posiblemente sea, junto a la «Marsellesa», la primera canción que nos viene a la mente cuando pensamos en música francesa.

‒ «No, no me arrepiento de nada». Ése es el mensaje en el que insiste la voz de Édith Piaf, quien a sus 44 años, poco antes de acceder a interpretarla, había decidido enfundar su voz para siempre. La razón: amores frustrados, problemas con las drogas y el alcohol, accidentes varios… En cierto modo, con esta canción se reconcilió consigo misma y con la música. Ella lo agradeció; la música, también.

‒ «Esa canción conquistará el mundo», le dijo Piaf a Dumont, el día que el compositor la convenció para que la cantase. Así fue. Hoy la encontramos referenciada incluso en películas de la talla de Origen (2010).

‒ Las suites de cello bachianas no fueron descubiertas y por fin publicadas hasta 1825. Y aun entonces, apenas eran conocidas por un par de cellistas que, de hecho, las tenían como meros ejercicios técnicos para su instrumento. Con lo cual, ¡se necesitaron más de 200 años para que el mundo terminase de conocer, saborear y deleitarse con estas deliciosas obras para cello solo!

‒ En palabras del reconocidísimo cellista Yo-Yo Ma: «Estas suites para violonchelo de Bach han sido mis inseparables compañeros musicales. Me han dado sustento, consuelo y alegría en momentos de estrés, celebración y pérdidas».

‒ Pero de todos los movimientos de las seis suites de Bach, ninguno iguala al «Preludio» de la primera. Este clásico del repertorio del cello (incluso del de la guitarra, en sus muchas adaptaciones), también ha sido aferrado por el cine, como podemos apreciar en Master and Commander: Al otro lado del mundo (2003), una vez la tripulación ya ha desembarcado en las Islas Galápagos.

‒ Está destinada a acompañar el fatídico encuentro entre las dos familias enfrentadas (la de los Montesco y la de los Capuleto) en el archiconocido drama de Shakespeare, durante el baile de máscaras organizado por la segunda de las familias. Allí, Julieta se encontrará con Romeo.

‒ El ballet de Prokófiev tuvo la mala fortuna de estrenarse poco después de la gran purga de Stalin, esa serie de campañas de represión y persecución “políticas” que desembocó en una esterilidad artística y científica sin precedentes. Muchos de los colaboradores del Romeo y Julieta de Prokófiev fueron ajusticiados, y la obra fue condenada a la supervisión y a tijeretazos de última hora. ¡Incluso el final que Prokófiev había ideado para su ballet tuvo que desecharse por uno más acorde a la tradición y al régimen!

‒ Pasajes de esta danza han sido extraídos para el cine y la televisión, pero también “muestreados” por cantantes y grupos como Tribe Called Quest o Sia, o utilizados en videojuegos como “Civilization V”.

‒ Ante todo, es un cuento bailado, gracias al cual el novel Igor Stravinski pasó de ser un desconocido a un compositor imprescindible.

‒ Los más de 40 minutos del ballet fueron “comprimidos” en apenas 9 para la película de Fantasía 2000, de Walt Disney Productions. Antes, el mismo Stravinsky había hecho ¡hasta 3 suites para orquesta sola distintas! (Otros tantos arreglos seguían su curso, como el que aparece en la película de The Conductor (2018), en el apogeo liberatorio de la protagonista, la primera mujer que dirigió exitosamente una orquesta).

‒ El «pájaro de fuego» representa al ave fénix: un símbolo de regeneración, un emblema de novedad. Así lo fue el ballet para la historia de la música occidental. De ahí la idea de muerte y resurrección/renacimiento que magníficamente ambientan los creadores de Fantasía.

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