Música

Pensamientos contra las cuerdas

ANTOLOGÍA de impresiones y reflexiones para una GUITARRA

Autor: Otxamba Quérrimo

Portada: ilustración de Virginia García Coretti

Pensamientos contra las cuerdas es una recopilación de obras para guitarra sola compuestas por Otxamba Quérrimo entre 2014 y 2019. En conjunto, constituyen una obligada inmersión en el mundo emocional, reflexivo y biográfico del compositor y escritor madrileño. Comentario a comentario, lo que parecen episodios aislados del pensamiento otxambino emergen hasta ofrecernos una visión menos enmarañada sobre quién fue. Subtitulando su música, subtitula su vida. Todavía nos cuesta creer que la guitarra, «esa parte de mi cuerpo que un día decidí amputar», no sea más que una deliciosa sombra de su pasado. Y tan deliciosa. Su peculiar forma de explorar el instrumento nos conduce a regiones compositivas insólitas. Con un afán desmedido, consigue exprimir la guitarra para obsequiarnos con una música tan característicamente suya como permeablemente nuestra. Aunque quizás lo más meritorio no lo protagonicen las diecisiete piezas aquí recogidas, sino el cómo estrujó las cuerdas hasta esculpir en ellas sus reflexiones, sus opiniones, sus sentimientos. Al fin y al cabo, qué mejor homenaje a la guitarra que uno donde la personalidad del guitarrista se funde con ella. 

Hibah Gómez Boussetra

Tocaba con rabia para combatir la inseguridad que me proporcionaba ser sólo un guitarrista.

– Paco de Lucía –

Guitar arrangements

Guitar arrangement no. 1

Hallelujah

From Various Positions (1984)

Desde el año de su lanzamiento, ¿de cuántas interpretaciones, arreglos y versiones habrá sido madre este «secular Hallelujah» de Leonard Cohen? Preguntémoslo de otra forma: ¿cuántas interpretaciones, arreglos y versiones le quedan por dar a luz? ¿Cómo es que unos pocos compases han demostrado ser tan versátiles? ¿Dónde reside el encanto de esta canción? ¿Qué es lo que la hace tan extraordinariamente atractiva? Honestamente, no tengo respuestas. Sencillamente, la escucho, y no sé cómo evitar el deleite, no sé cómo impedir que me guste. Por eso no me sorprende haberme sumado a la progenie de arreglistas que la utilizan como modelo de una recién horneada versión, en este caso, una para guitarra. Prescindiendo de las referencias bíblicas ‒‒y, ya puestos, del conjunto de su letra‒‒, poseen las líneas melódicas de la obra un no sé qué fascinante, que irremediablemente te encandila, especialmente (¡cómo no!) en las frases correspondientes al «Hallelujah!». Yo también he sido presa de su embrujo… 

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GUITAR ARRANGEMENT NO. 2

City of Stars 

From La La Land: Original Motion Picture Soundtrack

Lo que atrapa de esta deliciosa canción no es su sonoridad embaucadora. Tampoco es el despliegue lírico lo que te atrapa. Lo que atrapa de esta canción es su embelesador intimismo, la complicidad envidiable de dos personajes, Mia y Sebastian, quienes, compartiendo las voces de la música, te conducen a creer que han aprisionado, mejor que nadie, el amor. El acierto de esta canción, frente a las demás de la película, radica en eso mismo, en ser el puente filarmónico entre sus dos protagonistas, un nexo capaz de unir las disimilitudes de sus vidas en el compromiso de una canción. No en balde City of Stars fue consagrado como el leitmotiv más significativo del musical, obteniendo, en 2017, el Óscar correspondiente a la mejor canción original. Este arreglo de guitarra, fraguado en honor de la cómplice ensoñación de Mia y Sebastian, pretende, en la medida de sus posibilidades, apresar todos los encantos de la composición de Justin Hurwitz. Para lo cual, se ha intentado respetar la presencia de los dos personajes, tan esencial en la obra, adjudicándole a cada cual un registro de la guitarra.  Por otra parte, se han introducido ligeras variaciones armónicas, así como escuetas melodías contrapuntísticas, añadidas con el fin de subrayar ‒‒con más énfasis, si cabe‒‒ que la pieza es, ante todo, un dueto. Lástima que el amor de Mia y Sebastian resulte una vana e insostenible ilusión.

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GUITAR ARRANGEMENT NO. 3

Colors of the wind

From Pocahontas: An Original Walt Disney Records Soundtrack

Es una verdadera pena no tener medios para recrear, con la voz de una guitarra, las denunciantes palabras de esta canción. Quizás el mérito gravite en torno a su letrista, Stephen Schwartz, pero no podemos obviar que semejante mensaje no permearía en nosotros de no ser por el despampanante traje musical con que lo revistió Alan Menken. Este arreglo de guitarra, consciente de no poder rozar las mordaces críticas de Pocahontas, aspira a honrar la música con que la canción se presentó a nosotros en la película de Disney, que no es poco. Para ello, se le permite pronunciar su discurso melódico en un eterno ad libitum, lo más próximo posible al reproche de la protagonista, y complementado, en la guitarra, con un juego de timbres y armonías que persiguen suplir la carencia implícita de la letra…

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Música de agradecimiento

Música de agradecimiento no. 1

Entre cuerdas

Etudes des arpêges

Incontables son los secretos que, celosos, se niegan a revelar cuál es el paradero de la magia de los sonidos. La guitarra, como portadora de una parte de los mismos, ha sido sometida al artístico interrogatorio que nos desveló uno de ellos: los arpegios. Desde entonces, demasiadas han sido las composiciones que se han ido contagiando con la hermosura de esta técnica musical, explotándola hasta límites insospechables. Pero no fue sino H. Villalobos quien, a mi juicio, supo extraer la esencia de los mismos con su Estudio No. 1 (Etudes des arpêges) para guitarra. Yo, por mi parte, tuve la suerte de dejarme influenciar por la sabiduría casi ilimitada de Ricardo Ramírez. Con su repertorio de ejemplos y su consolidada exploración de la guitarra, me demostró cómo este delicioso instrumento puede esconder infinidad de misterios entre sus seis cuerdas…

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MÚSICA DE AGRADECIMIENTO no. 2

I. Preludio al desastre

(Musicoterapia)

Cuando se concibió esta obra para piano y guitarra (a día de hoy, desgraciadamente, inacabada), se ambicionaba representar cómo la música podía invertir el carácter incomprendido, taciturno y destructivo del que fue un adolescente con sólo un poco de atención y de cariño, tal y como sucedió. En otras palabras, evocar la más cotidiana sesión de musicoterapia, la de quien acudió desesperado a una academia, para refugiarse en la música, y se topó, para su asombro, con una encantadora pianista, psicopedagoga y amiga que, además de enseñarle a amar este arte, le sacaría adelante, enseñándole a amar también el mundo, los sueños y la vida. Parece el argumento de un cuento. Lo fue. Y se hizo realidad. Ana se llamaba ella; él, Otxamba. Años más tarde, cuando el adolescente se sumergió de lleno en la dimensión musical a la que le empujó su mentora, ¿cómo no iba a querer agradecérselo?… 

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MÚSICA DE AGRADECIMIENTO no. 3

Nunu

En el momento en que un «te quiero» se troca en un «me gustas», y éste, haciendo lo propio, en un «me caes bien», en contra de las apariencias lingüísticas y de los convencionalismos del afecto, tu forma de procesar y expresar tus sentimientos se naturaliza, volviéndose más auténtica, más directa, más profunda. Y todo gracias a un sencillo y espontáneo «me caes bien», concienzudamente seleccionado. Dicho en cualquier otro contexto, en cualquier otra relación, quién sabe. Posiblemente sabría a poco. Pero en el nuestro, en la nuestra, después de tanto tiempo juntos, tantas emociones prodigadas, tantas palabras dichas, ¡qué forma más genial de subtitular el lenguaje del amor! Así de simple: «me caes bien»…

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MÚSICA DE AGRADECIMIENTO no. 4

Párpados cansados

Desde que llegó el día en que no me dio vergüenza hacer hablar a una guitarra, busqué ansiosamente a alguien que la escuchara. Pero, pensaba, ¿quién se atrevería a sobrecargar sus oídos con mis sonoros caprichos? A fin de cuentas, yo no tocaba bien. Apenas sabía tañer las cuerdas sin que se ensuciara la “música” que salía de ellas, “música” más próxima a lo horrísono que a lo biensonante. ¡Estaba aprendiendo! Cada vez lo hacía mejor, pero qué difícil era apreciar las mejorías sin la distancia del tiempo. Y más cuando mi familia, con quienes convivía diariamente, era sometida a la tiranía de mis bucles compositivos, recriminándome ‒‒la mayor parte de las veces, no sin razón‒‒ la tortura musical que era tenerme en casa. Ninguna tregua les concedía…

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Música simbólica

MÚSICA SIMBÓLICA no. 1

Al lento son de un vals

Tal es el repertorio de valses legado por los compositores, incluso en el repertorio de la guitarra, que por qué no ensanchar su número con este otro. ¿Tiene algo de peculiar? Su peculiaridad misma. ¿Y dónde reside ésta? Ni más ni menos que en lo mismo que la gran mayoría de mis obras: en la libertad de su discurso. Dicho de otro modo, su peculiaridad radica en ser un vals que solo será atractivo en la medida en que se baile sin un tempo riguroso; esto es, en un compás obligado a soportar los caprichos del intérprete…

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MÚSICA SIMBÓLICA no. 2

Diluyendo riadas de apuros

Bruscos, inesperados, violentos, intolerables, atropellados, insolentes, despiadados… Los contratiempos no perdonan, ni hacen distinción entre a quién le convienen y hay quién no. Simplemente, nos asolan, sin razones aparentes o con ellas. La única forma de hacerles frente es enfrascarnos en una actitud resolutoria, capaz de diluir cualquier riada de apuros. De lo contrario, es decir, dejándonos arrastrar por la corriente de los percances, solamente ensanchamos la magnitud del aprieto, solamente echamos leña a la hoguera voraz de los problemas. Y, cuando éstos se extiendan, ¿qué podremos hacer? ¿Contemplar la desolación de las consecuencias?…

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MÚSICA SIMBÓLICA no. 3

La respiración del lago

¿Alguna vez has tenido la oportunidad de contemplar un lago, por grande o pequeño que sea? ¿Y has posado tus ojos sobre el espejo de su superficie? ¿Y has acompañado tu mirada al ritmo de su respiración, al son del batir de alas del viento, que con ondas y olas profana su impertérrito letargo? Entonces, y solo entonces, podrás imaginarte aquello que esta obra retrata a través de una procesión de sonidos ininterrumpidos, apaciguados y embriagadores, subyugados bajo el incesante pedal del sol# de la sexta cuerda de la guitarra; es decir, sometidos a la respiración del lago. Por las características particulares de la guitarra, los pedales o largas notas tenidas no podrán ejecutarse tal y como están escritos. No obstante, de escribirse de otra forma perderían la idea musical que escritos así reflejan…

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MÚSICA SIMBÓLICA no. 4

Olas de noche

«Error fue afirmar que el mar, // con su aroma espumeante, // sus flotantes cromatismos // y su voz vacacional, // me bastaba, // rescatándome de mí mismo // mediante espejismos de infinidad, // esculpidos al compás // de sus ondulantes mechones de agua inmemorial azulada, // y esparcidos, al azar, // delante de la playa». ¿Y a ti? ¿Te basta? ¿Has tenido ocasión de quedar con el mar, sentarte a su lado y mirarle a los ojos? ¿Has tenido ocasión de contemplar cómo la noche secuestra su disfraz de color para vestirle con el camisón de las estrellas? ¿Has tenido ocasión de percibir cómo, en el momento en el que el horizonte se queda a oscuras, el mar sigue meciendo tus sentidos con el rumor del oleaje?…

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La guitarra encogida

LA GUITARRA ENCOGIDA – No. 2

Un tesoro desvalorado

Si nos parásemos a pensar en qué poca conciencia hay respecto a la actitud de esforzarse, no sería extraño que nos deprimiésemos. ¿Acaso tú te abrazas al esfuerzo en cada ocasión que se te exige? ¿Acaso tú consientes que el esfuerzo de los demás te embelese? ¿Acaso tú honras tu piel dejándotela por cada persona que amas, por cada sueño que esculpes, por cada minuto que robas a la vida que se te ha concedido? ¿Acaso tú te esfuerzas? Si eres capaz de reconocer que no lo haces, o no tanto como pudieras, por lo menos no te engañas; porque qué costosamente difícil es poder responder que sí, ¿no es cierto? Un tesoro desvalorado no solo pone de evidencia la sequía del esfuerzo con la que es castigada la humanidad de la que formamos parte. Un tesoro desvalorado proclama a los cuatro vientos, si es que no son más de cuatro, que el esfuerzo es de las más valiosas joyas que puede llegar a lucir el carácter o la personalidad de cualquiera de nosotros. Ya va siendo hora de que nos dejemos seducir por él…

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LA GUITARRA ENCOGIDA – No. 3

¿Acaso creer en ti es creer en lo que crees?

Concibiendo nuestras vidas como océanos de circunstancias, pronto nos percataríamos de la tremenda cantidad de anzuelos de influencias que aguardan a ser mordidos por los labios de nuestros pensamientos. Tantos son que nos precipitaremos sobre los que presuman del cebo más apetitoso. Lo paradójico es que, una vez pescados, podremos ser pescadores, tirando nuestras propias cañas a las aguas de las vidas de otras personas, transformando así las influencias en una espiral sinfín. El alcance de estos influenciantes anzuelos es inimaginable. Con lo cual, ¡menuda decisión la de elegir por cuál ser cautivado! ¡Menuda responsabilidad la de escoger a quién capturar! ¿Acaso creer en ti es creer en lo crees? aborda someramente estas cuestiones relativas a las influencias, partiendo de la base de que éstas no pueden ser eludidas, así como reconociendo la repercusión que las nuestras desempeñan igualmente en los demás…

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LA GUITARRA ENCOGIDA – No. 4

Vagancia Moral

Los niños y niñas podemos crecer de muchas formas. Una de ellas consiste en abandonar el capullo de la infancia acostumbrándonos a que todo nos lo den hecho; esto es, ofrecer nuestras piernas a otros para que ellos den los pasos por nosotros. En esta divulgada forma de crecer, la inactividad del pensamiento es una sociedad consolidada en nuestra mente; la autonomía, una utopía que sólo figura en las películas de miedo; nuestro criterio, un libro trazado por caprichos y sinsentidos; nuestra forma de vivir, una ilusión mucho más vaga que la vida misma. Vagancia moral arremete sin piedad contra esta pasiva actitud, gobernada por dos tiranos tan despreciables como la resignación y la indiferencia. ¿Y de qué forma? Apelando a nuestro sentido común, a nuestras ganas de vivir, a nuestra inquietud hacia lo desconocido, a la satisfacción de alcanzar metas por nosotros mismos, al carnicero impulso que desea con todas sus fuerzas poner fin a nuestra tendencia a pasar de largo ante las maravillas y misterios del mundo…

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LA GUITARRA ENCOGIDA – No. 5

La burbuja de la no-responsabilidad

El miedo a comprometerse se ha transformado en un manjar demasiado apetitoso. Rindiendo cuentas exclusivamente ante nosotros mismos, ¿quién querría luego convenir nada con otros? Ubicando nuestra individualidad ‒‒tan costosamente conquistada‒‒ por encima de todo y todos, ¿quién querría luego empaparse en la diversidad de las vidas de los demás? Entiendo nuestra existencia como la oportunidad más perfecta de satisfacer nuestras ambiciones y apetencias, ¿quién querría luego contribuir a una sociedad externa a nuestra perspectiva «yoísta»? ¡Mucho mejor refugiarse en un caparazón desde el cual nada me afecte! ¡De acuerdo! Diseñemos un hogar libre de compromisos, nuestro, donde nuestra interacción con los demás pueda darse solo cuando nos reporte algo, donde los sacrificios personales sean innecesarios, donde las únicas opiniones que se tengan por válidas sean las de nuestro autócrata criterio. ¡Ya está! Desde hoy a nuestra disposición tendremos millones de burbujas de no-responsabilidad. Cada cual podrá encontrar la que mejor le convenga, la que mejor se adapte a sus intereses. Con solo meternos dentro ya nunca podremos salir.  ¡Perfecto!…

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LA GUITARRA ENCOGIDA – no. 6

El desbordamiento del conocimiento

Podríamos afirmar que hay numerosas enfermedades que, si bien no son completamente novedosas, sí se erigen como particulares de nuestro tiempo. Esta vez nuestra atención no se encaminará ni hacia la soledad, ni hacia el «yoísmo», ni hacia burbujas de no-responsabilidad. Esta vez volcaremos nuestra reflexión en la problemática de la adicción al conocimiento. Es innegable que el saber se ha vuelvo adictivo, pero no porque nunca lo haya sido antes, sino porque se ha incrementado desproporcionalmente el número de adictos a él y, por ende, nuestra preocupación y consagración de él como “enfermedad”. ¿Cómo es esto posible? Culpemos sin miramientos a las ciencias de la tecnología y la información. Ellas han desencadenado un monstruo del saber imposible de ser domesticado, un monstruo del que manan conocimientos capaces de empachar a nuestra glotona erudición. No se me malinterprete. Yo soy el primero que le acojo con las puertas de mis inquietudes abiertas de par en par. Pero soy consciente de lo sumamente delicado que puede llegar a ser caer en el eterno elixir de sus garras de información. Tanto es el conocimiento que se ha acumulado en la historia de la humanidad, que no me extraña que finalmente se desborde. Lo inquietante, así como delicioso, es que ese desbordamiento no tiene pinta de llegar a término jamás…

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LA GUITARRA ENCOGIDA – no. 10

Propósitos despropuestos

¿Cómo escojo vivir mi vida? ¿Qué sentido le doy? ¿Hacia dónde quiero dirigirla? Cualquier respuesta que ubiquemos en cualquiera de estos interrogantes está condenada a nuestra insatisfacción. Ninguna respuesta de ese tipo puede ser inmutable. La vida no lo es. Nosotros tampoco. Cambiamos. A veces, demasiado. A menudo, sin quererlo. Ahora. Mañana. Siempre. Si hemos corrido el riesgo de responder a una de esas tres preguntas, es probable que actualicemos dicha respuesta con el tiempo, adaptándola a los requisitos de nuestras futuras circunstancias. También cabe la posibilidad de que la reciclemos. O podríamos desecharla por completo, confeccionando nuevas y bien diferentes respuestas que se sincronicen mejor con nuestros recién adquiridos conocimientos, opiniones o criterios. Incluso seríamos capaces de reconstruir una respuesta años atrás demolida. En cualquier caso, en vez de negarlo, aceptémoslo: así como vivimos, nos «desproponemos».

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