Literatura
Una forma más de ver el mundo
(en un momento dado)
Colección de TEXTOS REFLEXIVOS multiformes
Autor: Otxamba Quérrimo
Portada: ilustración de Virginia García Coretti
La vida es demasiado intrigante como para no pensar en ella. Los demás son demasiado como yo como para no prestarles atención. El mundo es demasiado interesante como para estar callado. Pensar. Prestar atención. Hablar. ¿Qué verbos sino esos pueden esenciar este libro? Pensar en la vida. Prestar atención a lo demás y a los demás. Hablar sobre el mundo. ¡Y todo ello, demasiado! ¡Y en un momento dado: éste! ¡Y desde el único punto de vista que domino: el mío!…
¿Qué es el conocimiento? Curiosidad satisfecha.
«Prólogo», de Una forma más de ver el mundo (en un momento dado)
Índice de
Contenidos
Jamás adjudicaría a una opinión el atributo de la perennidad.
«Prólogo», de Una forma más de ver el mundo (en un momento dado)
Texto reflexivo no. 0
Prólogo
La vida es demasiado intrigante como para no pensar en ella. Los demás son demasiado como yo como para no prestarles atención. El mundo es demasiado interesante como para estar callado. Pensar. Prestar atención. Hablar. ¿Qué verbos sino esos pueden esenciar este libro? Pensar en la vida. Prestar atención a lo demás y a los demás. Hablar sobre el mundo. ¡Y todo ello, demasiado! ¡Y en un momento dado: éste! ¡Y desde el único punto de vista que domino: el mío!…
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La principal diferencia entre una persona inteligente y una persona esforzuda reside en que la inteligente es consciente de todo cuanto podría lograr, mientras que la esforzuda es consciente de todo cuanto ha logrado.
– Un tesoro desvalorado –
Texto reflexivo no. 1
Un tesoro desvalorado
Por lo general, cuando reflexionamos acerca de qué nos gusta de otras personas a menudo llenamos esa respuesta con virtudes y atribuciones que van desde la belleza, la inteligencia o la afectuosidad hasta el sentido del humor, la forma de expresarse o el carácter; pero entre esas virtudes y atribuciones rara vez se encuentra el esfuerzo, como si no estuviese a la altura del resto de ellas. Ahora bien, ¿lo está?…
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No es que el propósito de mi vida sean los demás, es que los demás son mi vida.
– Propósitos despropuestos –
Texto reflexivo no. 2
Propósitos despropuestos
No hay mayor utopía que alcanzar el propósito de tu vida. ¿Por qué? Porque los propósitos son enunciados inmutables a los que aspiramos, mientras que la vida es una realidad cambiante que cada cual ha hecho suya. ¿En qué basar entonces esos propósitos o las decisiones mismas? ¿Cómo idear un futuro que cuando pase el tiempo quizás quiera deshacer?…
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Las miradas son monólogos ininterrumpidos, testimonios del pensar y del sentir de cada cual.
– El zoológico de las miradas –
Texto reflexivo no. 3
El zoológico de las miradas
Quién habría imaginado que mirar, que no es sino detener la mirada en algo o alguien, pudiese ser una acción tan valiosa y significativa y, al mismo tiempo, tan completamente diferente dependiendo de quién mire, cómo mire, cuándo mire y a qué o a quién mire.
En los albores de nuestra historia, esta colosal diversidad de formas de mirar fue la arquitecta del más ilustre zoológico de miradas jamás confeccionado en nuestro mundo. No es de extrañar que millones de personas contemplen fascinadas, diariamente, la variedad de especies de miradas que el zoológico exhibe de puertas para adentro…
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El mundo es demasiado interesante como para estar callado.
– Voces que esculpieron el cosmos –
Texto reflexivo no. 4
Voces que esculpieron el cosmos
Si sentís, hablad. Si pensáis, hablad.
Hay una palabra para cada instante
que subsiste vivenciado…
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Nunca antes habríamos imaginado que la obesidad intelectual pondría en riesgo nuestro bienestar personal. Hoy sí.
– El desbordamiento del conocimiento –
Texto reflexivo no. 5
El desbordamiento del conocimiento
No sabemos qué es el saber pero sabemos, y al saber que sabemos podemos saber qué es el saber. ¿Qué es el saber? Lo que sabemos.
Este círculo vicioso cambiaría de forma geométrica si nos centrásemos en términos menos sapientes. En otras palabras, despreocupémonos de la definición de «saber». Despreocupémonos del solo sé que no sé nada. Despreocupémonos de cuánto sabemos o no. La pregunta que en realidad debería preocuparnos, la pregunta que debería asustarnos y maravillarnos en dosis iguales es la de «¿Cuánto podemos saber?». Desengañémonos. Somos capaces de saber en la medida en que seamos capaz de preguntar, y somos capaces de preguntar en la medida en que tengamos interés. El conocimiento, a fin de cuentas, engloba todo aquello que el ser humano ha tenido interés en conocer, en descubrir, en aprender, en “saber”. ¿No hubo quien dijo que la mayor fuente de conocimiento es la inquietud?…
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¿Por qué, como mayores, nos encanta tiranizar la infancia de quienes no lo son, trivializándola? ¿Quiénes nos creemos para amputar su niñez?
– ¿Quién se hace cargo de ti? –
Texto reflexivo no. 6
¿Quién se hace cargo de ti?
Tengo la insana costumbre de volverme mayor, y cuanto más mayor me vuelvo más noto cómo mi atención se encapricha con los guiones representados en el gran teatro del mundo de los adultos. Consentida atención, siempre a la zaga de una escena que criticar. Ningún desperfecto interpretativo elude su condenatoria vista. Y por más que intento refrenarla, no hay manera de que mi atención pase por alto situaciones inapropiadas para una función humana, situaciones que no duda en desaprobar. De hecho, en estas postreras temporadas, mi atención, que nada sabe de los entresijos del arte dramático de nuestra sociedad, se está aficionando a arremeter, sin piedad alguna, contra los mismísimos personajes adultos…
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Cuando codiciamos respuestas, pescamos cualquiera que tenga forma de tal.
– Los disfraces del azar –
Texto reflexivo no. 7
Los disfraces del azar
Qué soberbios podemos ser sin proponérnoslo. Basta con depositar nuestra atención sobre el patio de un colegio para comprender cuánto. En él, allí donde cualquier grupo de niños y niñas compite desenfundando el nuevo producto estrella del año ⸺ya sean cromos, peonzas, cartas, tazos, canicas, chapas o lo que quiera el mercado imponer o renombrar⸺, se presencian las más tempranas apuestas. Quedando al margen «los mayores», quienes tienden a introducir cuotas de autoridad y trampas con irrefutable destreza, examinemos al resto de infantes, aquellos cuya inocencia e ilusión les convida a jugar limpio, adaptándose a las reglas y, por extensión, a los caprichos del azar. Muchos de ellos, al ser favorecidos por los resultados de éste, se asombran de cómo sus bolsillos se van llenando con lotes de bienes superiores a los que tenían a primera hora de la mañana. Pero, rebasado el asombro, ¿cuánto tardarán en vanagloriarse de sus triunfos, habilidades y estrategias, restregándose en el ponzoñoso deseo del «más», aun cuando la única pericia requerida haya sido, sencillamente, la de escoger?…
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¡Basta ya de anquilosarnos! La comodidad y el conformismo son enfermedades contagiosas. ¿Cuánto queda por hacer? Hagámoslo. Si no lo hacemos nosotros nadie lo hará.
– Vagancia moral –
Texto reflexivo no. 8
Vagancia Moral
Vivir implica decidir. Decidir implica actuar. Por tanto, las personas que no actúan no deciden y, por consiguiente, las que no deciden tampoco viven. Entonces, ¿es posible que haya quienes vivan sin vivir? Porque ¿qué nos exigimos? ¿Hasta dónde queremos llegar? La acción es movimiento. El movimiento es cambio. El tiempo en sí es movimiento y cambio, y a nosotros se nos ha concedido el regalo del tiempo…
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¡Asúmelo! Desde que el mundo es mundo, nos desenlazamos constantemente de todo: personas, trabajos, estudios, hobbies, sueños… Es nuestra naturaleza. Por eso nuestras relaciones son tan banales, insulsas, fugaces. Porque son frágiles, basadas en un mayor o menor interés, pero interesadas igualmente. Por eso tantas familias se rompen. Por eso tantas parejas y amistades fracasan. Mejor no tener ni familia, ni pareja, ni amistades. Ya puestos, ni mascotas. Nada. ¿Para qué? ¿O lo hemos olvidado? Nos tenemos a nosotros mismos. Eso no es falta de compromisos. ¡Es espacio vital!
– La burbuja de la no-responsabilidad –
Texto reflexivo no. 9
La burbuja de la no-responsabilidad
Nunca antes había prestado atención a esa minúscula e intangible cutícula que nos rodea… ¿Puedes verla también tú? Si no, echa un vistazo a tu alrededor. ¡Fíjate ahí, envolviendo a esa persona! Y a esa otra. Y a esa. ¡Y a esa también! ¿Qué es? Mejor dicho, ¿desde cuándo las personas se desplazan en pompas de jabón? No. No son de jabón. Son como… ¿desdeñosas? Y no. No todos se desplazan en ellas. ¿De qué son si no? ¿Por qué circundan a unos sí y a otros no? ¡Caray! No sé si es una buena o mala noticia: ¡también yo estoy dentro de una!
¿Cómo que…? ¿Llevo en ella casi toda mi vida? ¿Por qué lo dices?…
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¿Quieres ver el mundo desde una perspectiva nueva? ¡Vístete de adulto y mira! Si no ves, ¡arriésgate a crecer de nuevo!
– La sorpresa de crecer –
Texto reflexivo no. 10
La sorpresa de crecer
En mi corto recorrido por el mundo he podido distinguir a la perfección dos clases de optimismo, radicalmente diferentes uno respecto del otro: uno que censura las desgracias, como si no existieran siquiera; y otro, que afila la mirada. Uno, bobalicón e ingenuo, que vive de espaldas a la realidad; y otro, que carga la realidad a las espaldas, y aun así se esfuerza por disfrutar de su peso. Uno que menosprecia la vida, banalizándolo todo con sonrisas superfluas; y otro, que la realza, sonriendo a lo imposible. Puestos a ser optimistas, es relativamente sencillo deducir cuál es el que prefiero yo: el «otro». Frente a éste, tanto el optimismo ciego como el patetismo pesimista serían actitudes ⸺o mejor dicho, interpretaciones teñidas de actos⸺ fragmentarias, deficientes, deshonestas con uno mismo, siempre y cuando uno sea reacio al autoengaño. La alternancia entre sólo lo bueno o sólo lo malo nos enfangaría en el error…
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