Memoria dormida

Cuando las enfermedades alteran la imagen que tenemos de un ser querido, porque, entre otras razones, le hacen cambiar, qué se puede hacer sino continuar amándole, pero ahora ciega, irracionalmente. Esa es la situación a la que el Alzhéimer nos empuja: a entender que los atisbos de luz de una mente olvidadiza son más que suficientes para reconocerla, para reafirmarnos en nuestra decisión de no abandonarla nunca, de no dejar que lo que esa persona fue muera, de mantenernos a su lado pese a lo fatigador que eso pueda resultar. Y si por algún casual no los hubiera, ¡razón de más para acompañarla en el viaje de su enfermedad! Esa persona, invadida por el Alzhéimer, devaluada por nuestros recuerdos, jamás dejará de ser un tesoro, nuestro tesoro. El mío es mi abuelita, cuya memoria va entrando paulatinamente en un sueño sin retorno.

Memoria dormida es una obra musical que, además de proferir un grito de agradecimiento hacia su persona, es una recreación musical de la memoria de una persona desposada con el Alzhéimer. Los seis intérpretes que dan vida a esta idea encarnarán cada cual un recuerdo de dicha memoria, distribuyéndose a lo largo y ancho de todo espacio en el que se represente la obra, ya sea entre el público, ya sea entre los pasillos. La guitarra permanecerá sobre el centro del escenario, acompañada por otras cinco sillas vacías que, conforme la obra se desarrolle, serán ocupadas por los demás instrumentistas. Estos, empezando por la guitarra y terminando con el instrumento de viento, poco a poco entretejerán con sus discursos la deshilvanada memoria de esta persona antes de contraer el Alzhéimer. Cuando entren todos los recuerdos en juego, nuestra despistada enfermedad se los irá cobrando poco a poco, haciendo que las frases de cada uno de los instrumentos se llenen de silencios que aparecerán progresivamente hasta borrar su música por completo de la escena. Cuando esto ocurra, retornarán al escenario, se pondrán una máscara embadurnada con un rostro dormido (alegoría de que el recuerdo se ha olvidado), y aguardarán con ella puesta a que todos tengan una. Llegado a ese punto, la obra se dará por terminada, pues la memoria habrá quedado completamente dormida.

Esta poética concepción del Alzhéimer no busca sino ofrecernos la posibilidad de empatizar con lo que esta enfermedad acarrea, brindándonos un espacio y un tiempo en el que reflexionar sobre ello.